domingo, 28 de agosto de 2016

Gimnasia LP 2 - Vélez 0: Desde el Banco


Perdoname Christian. De corazón, te pido disculpas. Por la columna anterior ante Juventud Unida en donde, luego de pasada la calentura, entendí tu planteo. Porque el viernes hablé con vos para desearte lo mejor y me dijiste “vamos a andar bien, los muchachos están bien”. Porque viendo la situación mandaste a la cancha a 5 tipos de ataque, más dos laterales de velocidad y proyección que nada pudieron hacer por tirar 4 centros más o menos decentes o probar dos veces al arco en una cancha en donde ameritaba patear desde la vereda de la Catedral de La Plata.
Antes de empezar este primer DEB del nuevo torneo, permítame recordarle un concepto que defiendo y aplico y a partir del cual usted puede elegir entre continuar leyendo o seguir con cosas más importantes: los técnicos no ganan ni pierden partidos. Pueden influir en un montón de aspectos, pueden acertar o equivocarse pero siempre de la línea de cal para afuera. No tiran centros, no patean al arco, no encaran ni defienden. Desde Bianchi hasta Russo, desde Bielsa hasta La Volpe: los éxitos o fracasos son de los jugadores + su aporte como estrategas y formadores. Nunca al revés.

Dicho todo esto, el sábado a las 14 hs iniciaba un nuevo camino para El Fortín. Uno que nunca en nuestra vida transitamos con tanto miedo. Porque sabemos que al final, y luego de 30 fechas, podemos encontrarnos con nuestro mayor pánico. Ese que sólo algún abuelo recuerde entre tanta gloria posterior. No es que le tenga miedo a la palabra DESCENSO ni que sea un obsecuente, simplemente confío en Vélez y en el concepto de “profecía autocumplida” para bien y para mal.

La tarde platense ofrecía un terreno empantanado luego de intensas lluvias y enfrentar a un clásico 4-4-2 de los equipos de Gustavo Alfaro, técnico al cual siento que enfrentamos 5 o 6 veces por torneo. Fórmula básica: dos líneas de 4 férreas y combativas, un punta alto para centrar y pivotear, otro rapidito para desbordar, orden y velocidad para las contras.

Christian por su parte puso en cancha un esquema que, visto en el dibujo previo, rememoraba lo mejor de los planteos ofensivos: 4-1-3-2. Cinco hombres con vocación de ataque, dos laterales con llegada para acompañar y reforzar el medio ante la posesión rival y los dos tanques que tanto se pidieron y anhelaron durante los 89 días que duró el parate: Barcos y Pavone al frente del pelotón.

La expulsión temprana de Oreja -que para mi pecó de exagerada y con una amarilla hubiera sido suficiente- pudo haber significado una ventaja que en el fútbol de hoy es hasta un problema. Y más aún para un Vélez que, tal como venimos afirmando, su karma no es la superioridad o inferioridad numérica sino la falta de gol. No importa si juega con o versus 11, 10 o 9. Vélez no tiene hambre de gol. No centra, no prueba de afuera, no encara al área. No es casual la cantidad de delanteros que pasan sin pena ni gloria por nuestras filas o la falta de penales a favor. Y acá es donde retomo y reitero mi pedido de disculpas a Christian e incluso hago extensivo a Russo y al Turu: desde el último año de Gareca, hace ya 3, que Vélez juega al trotecito. Al mismo ritmo intrascendente al cual no vi jugar a ningún otro team del fútbol argentino. Salvo alguna pincelada individual, y que por la naturaleza colectiva del deporte es excepción y no regla, Vélez no ha sabido dominar un encuentro con juego asociado y criterio. Ya no importan los nombres, los esquemas ni los técnicos. Vos podes ser decididamente malo, pero no displicente. Y aquí voy a ser lapidario a partir de lo que me dijo el DT: “los muchachos están bien”. ¡Más vale que están bien! En un fútbol agonizante, ellos cobran sus sueldos religiosamente a tiempo, entrenan en instalaciones más cercanas a un “C*rdales” o un “H*ward J*hnson” que a un club de fútbol y hasta tienen la fortuna de irse a jugar a la India junto a Nicolás Anelka y juntarla en pala luego de ser descartados del plantel por falta de profesionalismo. Recoja el guante quien así lo desee…

Hecho el descargo, volvamos al partido. Ante la roja a su lateral derecho Gimnasia replegó filas, rearmó la defensa, planteó un 4-4-1 alternando a Niell y a Vegetti como hombres de punta y sabiendo que la presión iba a recaer sobre Vélez por los siguientes 84 minutos.

Salvo algún desborde de Díaz por la izquierda, en tándem con Caire, El Fortín hizo muy poco. Algún tiro aislado de Barcos buscando el arco de Arias pero lejos de ser preocupante para el guardameta local. Zabala muy lejos de ser el conductor y Pavone borrado de la cancha por un ejercicio de stopper de Christian Ramos impecable. Alvarenga por la derecha absolutamente intrascendente y desaparecido del juego.

De hecho el trámite de los primeros 45 minutos dejó más riesgo en el arco de Aguerre que en el de GELP, en donde Alan respondió de buena manera ante un tiro de Niell y poco pudo hacer ante un cabezazo desviado de Vegetti.

La defensa cumplió con un respetable primer tiempo, con la dupla Giannetti-Nasuti firme en la zaga central, Caire sumando marca y proyección y Tripichio cubriendo de manera correcta la banda derecha. Recién en los segundos 45 quedaría demostrado otro problema grande: cada error del fondo se paga con gol, así sea uno solo como en el caso del Tano que sacó todo lo que pudo excepto el anticipo en el cabezazo de Vegetti para el primer gol tripero.

Kolacha Desábato mostró firmeza pese a cierta incomodidad como único volante central y la vehemencia de sus cruces significaron una expulsión que le impide estar contra Central y terminar de afianzarse en un equipo que sin dudas necesita más de su lucidez y menos de su falta de suerte.

Si a la presión inicial de jugar con uno más le agregamos el gol de Gimnasia con la fórmula “pelotazo largo, peinada a las espaldas del central, toque a la red” a través de Franco Niell el panorama no podía ser más desolador. A falta de 30 minutos ya se habían quemado todos los papeles. No tiene sentido analizar los cambios (Correa por Zabala inmediatamente luego del gol, Romero por Alvarenga a los 25 y Robertone por Díaz a falta de 7 minutos) cuando, tal como dijimos, Bassedas no tiene a quién más poner.

El segundo gol el ejemplo más claro de todo lo que no hace Vélez: tirar un centro, anticiparse y puntearla. ¡Arco muchachos! Al fútbol gana quien más veces mete la pelota adentro de un arco de 17,86 m2 de superficie con el pie, la cabeza o el pecho, no por ósmosis ni buena voluntad.

Lo de ayer fue el ultimátum: Vélez jugó al máximo de sus posibilidades. Todo en cancha. Pibes y referentes, refuerzos e históricos, jugadores de peso ofensivo y de marca. Usted me dirá: “que ponga a los que quieran jugar” o “que borre a los que no quieran jugar”. Ya lo hizo amig@ lector. No dude que ya lo hizo. El problema es que no puede poner en cancha a más de 11 ni descartar a un plantel profesional entero.

Creo humilde y verazmente que Bassedas ya está pagando el precio de ocupar uno de los bancos más importantes del fútbol argentino. Todo lo que se podía hacer técnica, táctica y futbolísticamente está hecho tanto por él como por Manusovich, Romano y los profes. Ya probaron todas las variantes, nombres y formas. Es momento de cambiar el libreto en cuanto a las ganas: quedan realmente 29 finales y hay que mentalizarse en eso. Ocuparse y preocuparse por obtener la mayor cantidad de los 87 puntos que quedan en juego.

Dicen que la fórmula del éxito en este deporte y las cuatro patas que lo sostienen son los jugadores, el cuerpo técnico, la dirigencia y la gente. Los jugadores afirman estar bien al igual que el CT y la CD. Entonces les pido un favor, del mismo modo que no dudo en pedir disculpas: hagan que la pata faltante, nosotros los hinchas, también estemos bien. Porque al Olimpo o a la lona nos vamos todos juntos sin importar qué tan bien juegue uno, qué tan mal dirija el otro o cuánto alienten o insulten los restantes.

Emiliano Curuchaga
@Emi_Curu

Seguinos en nuestras redes sociales:
Facebook
Twitter
Instagram

No hay comentarios:

Publicar un comentario