miércoles, 17 de agosto de 2016

Vélez 1 (3) - Juventud Unida 1 (4): Desde el Banco


¿Cómo hago para explicar algo que aún no logro comprender? ¿Qué quiere que le diga amig@ lector, si honestamente no sé por dónde empezar? Nos reencontramos después de casi 3 meses sin ver rodar la pelota y el lugar de la cita es una derrota dolorosísima, tal vez la más vergonzosa de la historia de Vélez. Por el rival, por la forma en que se perdió, por bajarnos tan temprano de la última chance de festejar algo este año. Porque se vio a un Vélez casi peor que la versión Russo 2015. Porque se pierde por un planteo táctico incomprensible (más aún en la antesala del tan ansiado arribo de Hernán Barcos) y por un arquero que ni de manera deliberada podría haber hecho todo tan mal como ayer. Porque los players, más allá de las órdenes bajadas en el vestuario, no tienen el panorama ni el hambre para pisar un poquito el acelerador y mucho menos de probar un tirito al arco. Porque mientras usted está arreglando el caos de papeles que dejó en la oficina por irse dos horas antes y su jefe le pregunta cómo le fue en el médico / veterinario / colegio de los chicos / velatorio de la tía abuela y usted no recuerda qué excusa puso para ir a alentar a Sarandí, los muchachos están de licencia.


Sepa entender y disculpar amig@ lector pero hoy el hincha disconforme le gana por goleada al periodista y analista táctico. Quedamos afuera de la Copa Argentina en 16avos de final contra un club que mientras nosotros estábamos mareados de dar vueltas olímpicas hace no mucho tiempo atrás ellos pastoreaban por los Argentinos A y B. Que mientras nosotros le ganábamos a San Pablo en Morumbí y al Milan más poderoso de la historia ellos competían con la comparsa Papelitos vs Marí Marí en el carnaval de Gualeguaychú. Con esto no quiero desmerecer al rival ni sus logros para estar donde hoy está, de hecho los felicito. Simplemente intento despertar, si es que alguien lee esto, la vergüenza deportiva que significa empatar con Fénix y caer por goleada con Tristán Suárez en amistosos y anoche caer en competencia oficial contra Juventud Unida.

El gran déficit del Fortín desde hace un tiempo para acá es la falta de gol, el poder de fuego. La gran novela invernal fue el pedido de jerarquía y las gestiones por Barcos, casi comparables con las hechas para traer de regreso a la Fragata Libertad cuando quedó varada en Ghana. Si bien el 4-2-3-1 no convencía, daba resultados. El argumento era “nos estamos arreglando con lo que tenemos”. Al día de hoy tenemos bastante más de lo que teníamos, ¿no se podía empezar a generar el espacio para el nuevo modelo de Vélez con los dos puntas y el mediocampo de buen pie y jerarquía de la mano de Canteros y Díaz? ¿Cómo piensa encarar Christian la versión 02.2016 sin hombres de abastecimiento? Y más grave aún: ¿cómo levantar el déficit de goles con un mediocampo de 3/4 que no abastece el área ni por arriba ni por abajo y tampoco prueba de media distancia?

Con mucho dolor te lo digo Christian: el equipo salió mal parado desde el túnel. Ya no hay excusas: el problema fue la idea. Ni con Pavone, ni con Barcos. Ni siquiera con Ibrahimovic solo de punta se ganaba ayer.

Intentemos hacer el análisis línea por línea: Aguerre irreconocible. Estático, mudo, timorato. Responsable directo en el empate agónico de Juventud y en la definición por penales. No salió, no gritó, no hizo nada. El derrumbe en el rendimiento de Alan es preocupante, que pasó de ser un caudillo y referente del fondo a un tibio juvenil puesto a cubrir un arco cada vez más grande.

La defensa discreta, cumplió con la marca pero no le pidas ningún valor agregado. Sólo destacable el desempeño de Caire, bien acoplado a Giannetti pese al poco tiempo de trabajo juntos, con buena proyección pero a perfil cambiado. Se sentiría mucho más cómodo por la derecha, lo cual significaría sacrificar a un Cubero cada vez más cuestionado y sólo perdonado por su trayectoria. Ya todos los rivales lo saben: la clave es ir por la derecha de Vélez, desbordar a Fabián y hacerlo enojar. Es una fórmula ganar-ganar: o se obtiene un centro al área o una falta y de yapa tal vez una tarjeta condicionante o directamente excluyente para el Poroto.

A Juventud Unida con el mismo planteo táctico que Vélez, una misma jugada preparada en cada pelota parada que encontraba a su punta Javier Velázquez siempre solo y un poquito de orden táctico le alcanzó para ser dueño del partido e imponer el ritmo.

Nuestro mediocampo con Somoza y Desábato ofrece más de lo mismo: Somoza cortando y errático; Desábato ayudando, proyectándose pero dejando desacoplado a su compañero.

El tridente Robertone-Canteros-Díaz desde el vamos dejaba el interrogante de quién era capaz de cambiar el ritmo. Tres jugadores para una misma función que en este caso fue contraproducente: meter la pausa, levantar la cabeza y pensar mientras Pavone lo que necesitaba era un centro.

Los cambios tardaron en llegar e incluso fueron difíciles de entender. Para la segunda mitad, donde Vélez directamente desapareció, el partido pedía un cambio intensidad que Bassedas no supo observar. Robertone, quien sobre el final del primer tiempo se cambió de banda por no poder encontrarse en la cancha, era la ficha a mover. El partido exigía mayor velocidad y profundidad (Zabala) o más presencia en el área (Romero) ante un rival que no iba a modificar nada y que hacía negocio manteniendo el tablero como en los primeros 45 minutos.

El ingreso de Alvarenga por Desábato fue absolutamente intrascendente. Fabricio no tiró un solo centro ni tampoco acompaño a Pavone, al mismo tiempo que sigue desaprovechando oportunidades en Primera División.

Correa por Díaz diez minutos después era más de lo mismo, mientras que Romerito por Canteros a falta de 15 para el final era el manotazo tardío y desesperado por doblegar a un rival ordenado y consiente de que el paso del tiempo nos jugaba en contra. La última bala en la cartuchera.

Parecía que la respuesta venía del banco, de que íbamos a poder hablar de cambios ganadores y de un partido trabado pero ganado ante un rival dispuesto a todo cuando a falta de 10 minutos un centro del Coco por izquierda encontró la cabeza del Tigre Romero para un testazo que se estrelló en el travesaño pero que Pavone supo empujar a la red luego del rebote. Festejo, desahogo, la tarantela en la tribuna y nuestra hipocresía resultadista. El partido no dejaba de ser un asco, Vélez no jugaba a nada pero se ganaba y eso era algo difícil de sostener. Tan difícil que a los 44´ y luego de una falta innecesaria caería un centro al área de Vélez que encontró a la misma jugada preparada de Juventud a lo largo de todo el partido mientras nuestros referentes intentaban pelearse y guapear con todo Entre Ríos en lugar de atender las marcas y a Aguerre atornillado debajo de los 3 palos.

De la fiesta al silencio en 9 minutos, tal como dicta la regla de este deporte-negocio: plata o mierda. Gloria o a llorar a casa. Y luego del empate un trauma que hace 19 años no podemos superar: definición por penales.

Difícil de entender la lista de pateadores, en donde el manual dicta que deben ejecutarlos los mejores y en orden de actuación. Aguerre cerró su noche más oscura errando su penal, el primero de la serie, y firmando de manera anticipada nuestro acta de defunción en la Copa Argentina 2016.

Como dije anteriormente: se acabaron las excusas. Llegaron los refuerzos, llegó la jerarquía, llegó quienes pedían. Ya no hay que arreglárselas más con “lo que hay” sino con un plantel armado a gusto y pedido de Bassedas. Tampoco es excusa el campeonato económico cuando lo poco que se sabe es que “estamos bien” y la prueba clara es que se pudieron traer refuerzos –caso contrario no se hubiera hecho-.

La transición ya pasó, es momento de demostrar. Los discursos de “esto es Vélez”, “hay que devolverlo al lugar que se merece” y demás declaraciones hermosas las quiero ver en cancha. El cuerpo técnico con Christian a la cabeza debe tomar decisiones. Algunas deberán ser dolorosas pero necesarias para bajar todo el libro de frases hechas a la realidad. Un buen equipo con un mal técnico no camina. Un mal equipo con un buen técnico tampoco. Será el momento de determinar a quién le queda grande estar en Vélez, llámese Bassedas, Cubero, Somoza o Robertone.

No pretendo con la columna de hoy hacer leña del árbol caído. No soy así y no creo que dé ningún resultado positivo. Simplemente pretendo que tomemos conciencia de dónde estamos parados y de generar algún tipo de resiliencia luego de perder contra un club-comparsa. Usted sabe que soy hincha del método por sobre el resultado, pero me pone contra las cuerdas ver que fallan ambos. Alguien tendrá que pagar por los errores, usted y yo ya lo hicimos anoche volviendo a casa pateándonos la cara.

Emiliano Curuchaga
@Emi_Curu

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