Tiene
un andar cansino, pero a su vez una
garra que deposita en cada pelota que pelea y esa actitud solidaria frente a
sus compañeros en todos los partidos que ha jugado con la V azulada. Deja el
alma los noventa minutos y no se da por
vencido hasta que el árbitro da el pitazo final.
Los
primeros seis meses del año no han sido tan fructíferos para Lucas (ya que
había metido cuatro goles hasta el sábado, frente a Tigre), pero ha hecho esos
tantos que valen por mil goles. Por eso quería recordarlos y hacerle una
especie de ¿agradecimiento? a este jugadorazo que nos dejó llenarnos la
garganta con gritos de gol.
Primero:
el año pasado, contra el Albo. Dios, ¡qué día! Partido cerrado que estaba terminando
cero a cero. Mirábamos al cielo y pedíamos que entre una. Y así fue: El Oso
hizo el delicioso gol que una fecha más tarde nos coronaba como Campeones.
Todos terminamos llorando y abrazados en esa popular que rebosaba felicidad,
éxtasis.
Segundo: versus Peñarol, allá en Montevideo. Se palpitaba un partido especial. Vélez aguantaba y
aguantaba, y yo me moría. El estadio explotaba de manyas y nosotros gritábamos
por todas las almas que alentaban desde casa. No hay palabras para explicar
todo el manojo de sentimientos que pasaban por mi cabeza en el momento del gol.
Pase de Copete y golazo de Luquitas. Quedó tatuado en mi memoria.
Tercero:
versus Newell’s en Mendoza. Tuvimos un semestre bastante malo, y volver a
gritar gol y luego ¡Dale Campeón! fue una bocanada de aire fresco que llenó los
pulmones (y corazones) de cada fortinero. Más allá de anotar el 1-0 que nos
daba la dulce victoria, Pratto jugó en equipo y aguantó la pelota como un
central más.
Ayer
hizo los dos goles que nos permitieron traernos los tres puntitos de Victoria y
empezar con el pie derecho en el Torneo. Tenemos un camino largo, con varias
competencias, pero yo estoy tranquila si al frente tengo a un gladiador como
Luquitas que aparece cuando más lo necesitamos.
@aayelen
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